Entre las palmeras de esta célebre isla turística, en donde Benjamin Ripple, Frederick Schilling y su empresa Big Tree Farms han abierto una fábrica de chocolate que sería la envidia del mismísimo Willy Wonka.
La fábrica es magnífica por muchos motivos. Primero, porque se halla dentro de la mayor estructura comercial de bambú del mundo. Después, porque produce chocolate “puro”, que es más saludable y es el favorito de los gurús del fitness. “Incluso te puede colocar”, advierte Ripple antes de guiar a sus invitados durante una reciente prueba de degustación.
Pero lo que intriga a sus competidores y a los analistas de consumo es, sin embargo, por qué Big Tree Farms quiere abrirse mercado en Indonesia.
“Nos encantaría que nuestro mercado principal fuese Indonesia”, admite Ripple, un hombre delgado y energético, de aspecto surfero, que anda descalzo por su oficina en la fábrica, en pantalones cortos y camisetas de algodón.
Los indonesios están comenzando a refinar su gusto por los dulces de calidad, explica. Y eso supone un enorme potencial en un mercado con una economía que crece rápidamente y una masa de consumidores de las más grandes de Asia.
De momento, la mayor parte de las ventas en Indonesia las hacen empresas locales, como Ceres y Monggo, ésta última con sede en Java Central y líder en el sector.
Pero la competencia va camino de endurecerse, con toda una serie de empresas internacionales de bienes de consumo luchando para hacerse con una porción de la sustancial y creciente clase media.
Vía: La Información
Imagen: Espacio Gastronómico