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Indonesia es hoy el paraíso de las mantarrayas. Por esto, estos simpáticos animales serán protegidos de su captura para exportación en un santuario natural de varios millones de kilómetros cuadrados de océano alrededor de Indonesia. Los conservacionistas confían en el éxito de esta medida debido a su conveniencia económica.

Se calcula que una manta raya puede generar un ingreso de un millón de dólares a lo largo de su larga vida ya que los turistas pagan sumas importantes por poder sumergirse y nadar junto a ellas por unos minutos mientras éstas agitan suavemente sus aletas. Sin embargo, muertas, sólo valen entre 40 y 500 dólares. En varias áreas de Indonesia, los pobladores locales acompañan a los turistas para sumergirse con sus snorkels desde simples botes para pasar unos minutos cerca de estos animales únicos.

Este particular turismo le permite a Indonesia recaudar 15 millones de dólares por año y tener la segunda industria turística de la manta raya en el mundo aspirando a convertirse en la primera. Tanto la manta raya como la mobula se pescan para su venta, ya que sus branquias son muy apreciadas, especialmente en China y en Sri Lanka, para usarse en preparados medicinales. Debido a esto, su número ha decrecido en los últimos años.

Afortunadamente, se han firmado Convenciones Internacionales para la protección de especies en peligro de extinción, las que ayudarán a la protección de esta especie. Las manta rayas tienen una envergadura de hasta 8 metros, se encuentran en lugares tropicales, viven hasta 50 años y tienen una cría cada 2 a 5 años. Esta baja tasa de reproducción es la que hace que esta especie esté en peligro de extinción y se la considere amenazada, aunque los conservacionistas son optimistas por las medidas de conservación que se están adoptando.

Vía: IOL
Imagen: El País

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